viernes, 25 de junio de 2010

TRISTE EN EL DÍA QUE DEBERÍA DE PONERME ALEGRE





No sabría explicarte el porqué de mi terrible devoción por la selección italiana. Creo que todo puede partir desde la admiración que les tengo por salirse casi siempre con la suya sin ofrecer un fútbol vistoso ni preciosista pero sí muy efectivo. Y en este mundial han rozado otra vez el milagro pero al final ha sido el gran batacazo.

Pero aún viendo como cae la segunda selección con más mundiales, veo a ese Cannavaro consolando a Pepe o a ese Lippi diciendo que él es el máximo responsable del desastre y me vuelvo a poner la zamarra azzurra porque esta gente sabe ganar y perder. Son hombres y asumen sus fallos. Mucho deberíamos aprender los españoles de ellos. Es cierto que somos una de las selecciones históricamente más perjudicada por los árbitros en mundiales pero sólo he visto a un seleccionador español reaccionar como un hombre ante una derrota: Javier Clemente. En USA 94 recuerdo que le entrevistaron al final del partido y, pudiendo rajar del penalti no pitado a Luis Enrique, soltó una frase muy light en plan "bueno a Luis Enrique le han roto ahora la nariz al final pero son cosas del fútbol". Olé por Javi.

Y dos años después, en Wembley y después de realizar el mejor partido que yo le recuerdo a la selección en su historia, daba gusto ver como Miguel Ángel Nadal (grande!) se tomaba como un hombre el fallar el penalti decisivo ante David Seaman. Los Hierro, Belsúe, López y compañía se tomaban una eliminación como hombres, no como niños mimados. Porque luego hay casos como el del 2002 en el que ves lágrimas de cocodrilo en gentuza como Joaquín o ves al payaso de Camacho estar muy afectado para un par de días después dejar tirada a la selección.

El caso es que entre la eliminación de Italia y la poca fe que le tengo a nuestros jugones, me parece que va a ser uno de los finales de mundial más tristes que recuerdo. Así que me voy a poner la camiseta optimista y decir que podemos ganar el Mundial. ¡VIVA ESPAÑA!

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